jueves, 4 de octubre de 2012

Texto 1.

Texto 1
Al cabo de una hora, llamaron a la puerta del despacho. Era ella: una mujer morena, joven y menuda. Llevaba un conjunto de algodón color salmón, ropa de grandes almacenes, pocas joyas y maquillaje discreto; un ama de casa con traje de calle. Me dio la mano con timidez, casi sin fuerzas.
—Buenos días, me llamo Marga Ramos y necesito su ayuda.
—Yo soy Maite Rovira —«y necesito su dinero», pensé.
Miró a su alrededor, la horrible decoración, los papeles desordenados, los ceniceros llenos. Se protegía de todo eso con el bolso pegado a su cuerpo en guardia. La hice sentarse en la única silla sana del despacho, frente a la ventana.
El bochorno era insoportable. 
—Mañana van a reparar el aire acondicionado —dije, cuando vi que ella se secaba con un kleenex el sudor que le caía por la frente.
—Mi marido me engaña con otra mujer.
¡Qué original! No había sorpresas. El caso de la mujer engañada.
—¿Está usted segura? ¿Cómo lo sabe?
—No lo sé por rumores, créame. Desde hace algunas semanas regresa dos horas más tarde de su trabajo. Ricardo decía que tenía un nuevo cargo y que eso le obligaba a participar en muchas más reuniones de trabajo. Es verdad que ahora gana más dinero, pero no en la oficina. Un día estaba yo mirando las tiendas de ropa del barrio, ya sabe, por las rebajas, y esas cosas…
Mi hija estaba en la guardería y aún era pronto para recogerla. De pronto vi su coche aparcado en un rincón de un callejón cercano. Vi la matrícula y el muñeco que cuelga delante. Pensé que tenía una reunión con algún cliente cerca de allí. Pero lo volví a ver al día siguiente, a la misma hora, cuando él me decía que estaba en el trabajo.
—A lo mejor estaba con el mismo cliente —dije yo para tranquilizarla.
—No —la mujer hablaba ahora más deprisa, atropelladamente. —Él trabaja fuera de la ciudad, en Sant Cugat. Hace dos noches sonó el teléfono. Lo cogió rápidamente. Nunca lo había hecho. Fui al dormitorio y cogí el supletorio con cuidado. Tenía miedo de ser oída. Hablaba con una mujer con acento extranjero. Creo que hice algo de ruido porque él, de repente, empezó a hablar con ella en inglés y enseguida colgó. No me habló en toda la noche y se acostó temprano. Estoy segura de que me oyó.
—¿Pudo escuchar la conversación?
Apenas hablo inglés. Lo único que entendí fue algo sobre encontrarse al día siguiente. Fue extraño. Mencionaron la palabra conquistadores varias veces. Pensé que sería algún club o restaurante o algo así.
Cogí la libreta y el bolígrafo y apunté los datos: nombre, dirección, teléfono. No era el caso de mi vida pero era mejor que nada.
—¿En qué trabaja su marido?
—En una fábrica de juguetes, en Sant Cugat. Desde hace seis años. Las cosas no nos van mal. Soy relativamente feliz con él, un matrimonio normal. Si me ha engañado puedo perdonarlo, pero no quiero hacer de mi relación una comedia. Debo cortar con esto ya.
—Tranquilícese. Debemos estar seguras de que su marido la engaña. Pronto lo va a saber.
—No se preocupe por la tarifa. Tengo mis propios ahorros.
—No la voy a explotar —nos reímos. Las bromas quitan los nervios. Las bromas entre mujeres hablan casi siempre de hombres—. «Todos son iguales», «qué me va a contar usted».
Cogió su cartera y sacó algo de ella. Me dio su tarjeta y la de su marido, de la empresa en la que trabajaba. Nos despedimos con un apretón de manos. En la otra tenía los cien euros que me había dado de adelanto

ACTIVIDADES:

1· ¿Donde se desarrolla esta narración y quienes participan en ella?¿En que época del año se encuentran los personajes?
  * En un despacho de detective.
  * Marga Ramos y Maite Rovira.
  * En verano.

2· ¿Qué motivos de la mujer para sentirse engañada por su marido?
  * Regresa dos horas más tarde de su trabajo.
  * Vió su coche aparcado en un rincón de un callejón cercano.
  * Porque habló con una mujer con acento extranjero por teléfono.

3· Indica un momento de humor en la narración.
  * -Buenos días, me llamo Marga Ramos y necesito su ayuda. -Yo soy Maite Rovira -- < y necesito su dinero. >, pensé.

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